domingo, 5 de junio de 2016

Simplemente una historia (parte 32)

Sobrevolamos a la multitud y al decender en el centro, vimos a dos figuras parados sin preocuparse de todas las miradas que estaban fijas en ellos y sin prestar oído a todo lo que les decían, algunos comenzaron a tirarles cosas, las dos figuras llevaban ropa militar, pero el gorro de su casaca les cubría el rostro, aunque estaban vestido con ropa de nuestro ejercito olían a demonios.
-Vasta, le grito Ero a la multitud que se detuvieron de inmediato, ella se acerco a mi nuevamente, ambos mirábamos desconfiados a los dos desconocidos, si bien su ropa era indudable de los nuestros su aroma no lo era.
-Quienes son, les pregunte desconfiado, aun afirmaba fuerte mi guadaña a la espera de que cualquier momento nos atacaran, vi que Eros hacia lo mismo, muchas veces ella igual había sido atacada por los demonios y no era precisamente para descenderla, a ella la querían cazar por su capacidad de generar sentimientos en los mortales, ella y yo eramos los más jóvenes de los ángeles de primer nivel nuestros predecesores habían sido asesinados y a nosotros aun nos perseguían, así que a la fuerza se nos obligo a aprender combate. Ambas figuras se quedaron parado sin hacer nada, ni responder a mi preguntas, hasta que entre ambos se miraron y se quitaron las capuchas, no supe cuando estuvo frente mio, solo vi que se había movido, por lo visto Eros percibió lo mismo porque ambos atacamos sin embargos fuimos bloqueados, mi guadaña estaba bloqueada en el aire por una espada y frente al arco del ángel del amor estaba otra espada, cada una sostenido por una de las figuras, después sentí una risa como de niños pequeños, al intenta en que sentí caer la espada y alguien me abrazaba.
-Hermano que alegría verte, dijo ella con voz dulce como cuando era niña, otra vez no supe que hacer mire desconcertado a Eros que tenia la misma mirada de confusión que yo, vi al chico que estaba parado a su lado, él igual había desaparecido su arma y sonreía, al final solo la abrace sintiendo el mismo cálido tacto que añoraba desde hace ya muchos años. No obstante la gente que nos rodeaban volvieron a reaccionar, amenazando a los dos chicos y desconcertados por nuestra reacción, diciéndoles tantas cosas que no vale la pena recordarlo.
-A volar, escuche decir al chico y mi hermana desplegó sus alas, lo mismo hizo el y ambos se elevaron a algunos metros del suelo esperando a que nosotros hiciéramos lo mismo, poco tiempo después los cuatros nos encontrábamos en mi departamento.
-No sabía que habías vuelto, le dije.
-Esta mañana apenas lo hemos hecho, me contesto, la miraba fijamente y no distinguí a la misma niña que se había marchado hace tres años, sin alma, sin sentimiento, ahora había brillo en esos ojos, de hecho en ambos ojos en el del chico igual, a su mi que era uno de los dos ángeles soldados que habían sido reasignado junto a mi hermana, en ambos no había atisbo de nada de lo que significaba ser un soldado.
-Me tengo que retirar, dijo el muchacho despidiéndose y Eros hizo lo mismo, dejándome solo con mi hermana, ella sonreía, conversaba, volvíamos ha tener ese trato de cuando eramos niño, me pidió que le contara cosas de mi vida y cuando quise saber lo que ella hacia su respuesta fue "no quieres conocer el monstruo que puede llegar a ser tu hermana" y desde ese momento decidí nunca más preguntar sobre su vida en sus misiones. Ella me hacia feliz, ahora verla que si tenia un futuro y sabes el muchacho se lo había dado y eso se veía en sus mirada, la vida de ambos y del otro chico no era fácil en la ciudad, los trataban peor que a un soldado normal, los golpeaban los insultaban y aun así ninguno contestaba, vivían despreocupado de lo que pasara.
Tú Javier eras el chico, tú al igual que Noemi originalmente eran soldados y pertenecían al escuadrón élite, pero tu le diste nuevamente vida a ella, le diste esos sentimientos que se le habían negado, ambos partían a batalla y ambos volvían siempre, no había que ser adivino para saber que en esa guerra solo confiaban entre ustedes y nada y nadie los detendría, jamás.
Termino de relatar el ángel de la muerte mirándome fijamente, a mi cabeza vinieron muchas imágenes, como si sus palabras hubieran abierto alguna puerta sellada de mi cerebro, sin embargo muchas no tenían rostro y otras no las comprendía, no obstante pude verme al lado de ella, en lo que sin duda seria un campo de batalla y había otra persona, tal vez el otro ángel de nuestra edad, sin embargo él no tenia rostro.
-¿Quién es el otro ángel que fue reasignado junto a nosotros?, pregunte al final y él me desvió la vista, beso la mano de Noemi y no me contesto, iba a volver a insistir cuando ambos nos dimos cuenta que ya no estábamos solos en esa habitación.

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