domingo, 28 de agosto de 2016

Simplemente una historia (parte 37)

Respire profundamente, estaba tal vez a punto de cometer el peor error de mi existencia y no estaba cerca de querer evitarlo, mire fijamente a ese hombre y mi mente me mostró esa noche.
Nos habíamos desviado un poco del camino con mis amigos, para evitar tener que pasar por una zona peligrosa, íbamos animados conversando, yo iba unos pasos mas adelantes que ellos, mire antes de cruzar, la calle estaba muy oscura y no se veían luces de vehículos, baje de la acera y en el mismo momento sentí el impacto, el hombre conducía a alta velocidad y sin luces, sentí el frió del metal y después ya no sentí nada, me dejo tirado diez metro desde donde estaba, me dejo tirado en esa calle desierta y se fugo, no sentí nada y ni siquiera sabia si estaba cociente, lo próximo que supe era que estaba parado al lado de mi cuerpo, eso era siempre lo que recordaba, pero ahora mi mente me mostraba más, me mostraba aun tendido en esa calle, mientras mi vida se apagaba lentamente, mi cuerpo buscaba a que aferrarse para continuar existiendo, sentía frió y vi la figura de Zimiar parado al lado de mi cuerpo sonriéndome.
-Ángel, por fin te tendré, dijo mientras se arrodillaba a mi lado y me acariciaba el rostro, quería hablar, pero no encontraba mi voz, quería moverme pero mi cuerpo no respondía, vi la maldad pura en los ojos de Zimiar, él llevo su mano hasta mi pecho y comenzó a atravesarlo, el dolor era indescriptible, sentía como mi vida se apagaba, unas lagrimas rodaron y fue en ese momento que Zimiar tubo que alejarse, porque una espada corto el aire en el lugar donde estaba, fue en ese momento en que vi unas alas negras.
-Aléjate de él demonio, dijo una chica y ahora sabia quien era esa chica, era Noemi.
-Que fea forma de llamarme, mi ángel, le dijo Zimiar mirándola fijamente y Noemi le sonrió.
-Aléjate por favor Zimiar, ahora le pidió Noemi.
-Mi dulce ángel, tú y él serán míos, dijo Zimiar apareciendo una espada negra y se lanzo contra Noemi quien esquivo su primer movimiento,  sin embargo él no la buscaba a ella, si no a mi, intento arrebatarme de nuevo lo que sea que se quería llevar de mi y ella de nuevo lo detuvo, ahora Noemi no se movía de mi lado, aunque el movimiento no le alcanzara para esquivar el ataque de la espada de Zimiar, prefería recibir el golpe antes que dejarme descubierto para que él pudiera alcanzarme, se llevaron un tiempo en lo mismo hasta que el demonio se canso.
-Darias tu maldita vida por él y ni siquiera sé como puedes estar aquí si no eres su guardián en esta vida, dijo Zimiar molesto.
-No dejare jamás que le hagas daño, contesto Noemi.
-No fui yo el que lo va a matar, solo propicie que todo esto ocurriera, pero era un mortal el que quito la vida, dejaras que muera en agonía y que sufra, por mi estará bien entre más dolor sufra mejor para mi, dijo Zimiar riendo y Noemi lo miro fijamente.
-Largate Zimiar, largate no me obligues a descenderte, ándate, le grito furiosa Noemi y él desapareció, después ella se arrodillo a mi lado con lagrimas en los ojos, la mire fijamente, cada vez me costaba más respirar, ella acaricio mi mejilla y sentí sus lagrimas caer sobre mi rostro.
-Lo siento Javier, lo siento, perdóname, por no haber llegado antes, me dijo entre sollozo y sus lagrimas se hicieron mas continuas, me beso al mismo tiempo que poso sus manos en mi pecho atravezandolo, todo fue oscuridad un segundo al siguiente estaba parado al lado de mi cuerpo, era mi alma lo que intentaba arrancar de mi pecho Zimiar y ahora lo había hecho ella.
Volví a la realidad de un golpe, Noemi había levantado su espada y estaba apunto de atacar al hombre, la mire y lo mire a Zimiar que nos contemplaba con una sonrisa, estaba seguro que él quería esto y eso significaba algo malo para nosotros, me interpuse entre la espada de Noemi y el hombre.
-No Noemi nosotros no somos asesinos, no por venganza, nunca hemos matado por gusto, le dije, ella me miro fijamente y fue como si despertara de un sueño, vi en sus labios dibujarse una sonrisa al mismo tiempo que me abrazaba fuerte.
-Javier mi ángel, dijo a mi odio y fundió sus labios a los míos, en un beso que tenia sabor a añoranza.

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